domingo, 5 de octubre de 2014

Una mañana en el rastro, una tarde frente al teclado.

Hoy estoy feliz. 
¿Reconocéis esa sensación de estar realizando todo aquello que realmente quieres?
Yo la siento, es una sensación muy muy fuerte en el pecho (también puede ser un infarto). Es el sentimiento de que todo va bien, que todas aquellos aspectos de tu vida están en perfecta sintonía contigo. 
He pasado la mañana por Madrid con tres personas importantes (una de ellas más importantes para mi mejor amiga que para mi, pero le acojo), hemos estado riendo, contando historias y compartiendo una de las mejores mañanas. Hemos madrugado -algunos más que otros-, hemos aguantado demasiada gente que no nos dejaba andar, hemos comido a las doce de la mañana y las risas han ido cada vez a más. 
Este año he decidido tomarme el curso mucho más enserio (si, más que el año pasado que aprobé todas, ¡JAJÁ!) Ahora nos dan la oportunidad de poner toda nuestra creatividad en un folio en blanco, es el momento de mostrar que después de tantas quejas por no poder hacer arte sabemos lo que es el arte (sea mejor o peor, claro está). 
La semana comenzó con un té en La Central, sitio del cual ya nos enamoramos el año pasado. Allí hasta los silencios con mi mejor amiga son bonitos, realmente con ella nunca son incomodos pero hasta se vuelven románticos (por decirlo de alguna manera). Después de que el miércoles, jueves y viernes dieran lugar a discusiones entre él y yo el sábado demostró que los enfados siempre son más bonitos cuando acaban en abrazos en la cama.
Hoy estoy feliz, y ni los madrugones, ni la gente amargada, ni las discusiones, ni los horarios me van a fastidiar esa sensación de realización que tengo.