sábado, 28 de febrero de 2015

Ojeras, café, tu chaqueta y la central.

Levántate de la cama, ¡venga! 
Es sábado y tenemos todo el día por delante para hacer aquello que más nos apetezca. Espera, espera, que me tengo que poner las lentillas, no veo un pimiento. ¡ARRIBA! 

¿Por dónde quieres que empecemos? 
Desayunamos en el patio sentadas en las hamacas, el humo de tu café se une al humo de mi cigarro. Mi cara es un cuadro: ojeras, una coleta despeinada, la raya del día anterior corrida, los labios cortados... La tuya aunque está mejor no dista mucho del desastre. 
Permanecemos en silencio a las 7:00 mientras que amanece, mientras que no pasa ni un solo coche por la calle, mientras que nadie grita, mientras que todo permanece dormido, mientras que parece que somos los únicos seres en el mundo. 
Acabas el café y me miras como queriendo decirme "termina ya con eso, quiero vestirme y moverme a cualquier lado." Impaciente. Apago el cigarro, me levanto y te hago un gesto para que vayamos a vestirnos. Arreglar mi cara será lo primero. 

¿Por dónde quieres que continuemos?
Cogemos el metro, camino a Callao. Nuestro centro está vacío, consigo contar unas veinte personas en Gran Vía, caminamos por el corazón de Madrid hasta adentrarnos en los callejones de Fuencarral y Malasaña. ¡Cómo nos gusta perdernos! 
Entramos de tienda en tienda, compramos un par de cosas. Entramos en tu lugar, Mercado de Fuencarral, tiendas y tiendas de todo lo que te alucina y ahí estás con una cara como si fueses una niña pequeña en un mundo de gominola. 
"¡LA CHAQUETA QUE QUERÍAS!" grito haciendo que todo el mundo nos mire, coges la chaqueta y sin probártela te la compras. "Me haces ser una consumista", me dices entre susurros cuando vas a pagar. Encojo los hombros y me echo a reír. 

¿Por dónde quieres que acabemos?
La Central, nuestro té nos espera entre libros y puertas. La mañana no podía acabar en lugar mejor que allí. Nos sentamos y pedimos lo de siempre, estamos en silencio de nuevo, como a las siete de la mañana y no nos importa, se nos da muy bien no hablar y pensar. 

Y así, podemos decir que son nuestras salidas. Nuestras mañanas de amigas. También las tardes, cuando no tenemos tiempo por la mañana.
Fin. Continuará...